viernes, 3 de agosto de 2012

Venecia en miami

Ante la espera de un cafe que no he pedido retomo mis palabras.
Tu mirada me resguarda, mientras contemplo el agua de nuestra botella danzar desesperada.
Leo un libro que intenta socabar en lo profundo.
Dos manos se abrazan en su portada para denunciar el valor de las pequeñas cosas.
Devoras el dulce servido en la mesa como si se extinguieran los segundos.
Disfruto verte, mientras trasladas tu asiento desde un café miamense, a un puente venesiano.
Me enseñas fotos de tus viajes, vives por un segundo
aquel olor ensordecedor de las aguas de los canales que sustentan
la ciudad en agua.
Navegas en la góndola rentada y ni siquiera importa quien te acompaña,
pues de eso no hablas.
Disfrutas cada espacio que rodea el agua.
Estas viajando desde un cuadrado electrónico
que ahorra tu dinero para regresar al pasado.
Te ausentas, te disfruto abandonar nuestro espacio.
Bebes del agua, no el agua de los canales.
El agua de nuestra botella que te devuelve seguro de que este instante ya casi muerto.
Podrá recordarse en palabras o simplemente un beso.
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